Las
noches de luna, tema favorito, utilizado como musa en todas las artes y asuntos
esotéricos, es cierto, que infunde toda clase de sensaciones y sentimientos
para iniciar la estructura y boceto de cualquier trabajo.
La luna, con halo y destellos de embrujo, testigo de amores y odios, de luchas y placeres, de alegrías y penas, de triunfos y fracasos, de besos y llantos, de intenciones y cobardías; maneja, sobre todo, el espíritu romántico de todo creador. Su hechizo cautiva y conduce al artista hacia el inevitable despertar y nacimiento de la nueva flor que adornará el jardín inagotable del arte, en el que tratará de configurar y dar plenitud al tema central de su obra y modelará sus formas, hasta conseguir el estado de conformidad y aprobación por parte del artesano, casi siempre inconformista, que retocará su pieza y moldeará los detalles hasta percibir, delante de sus sentidos, la plenitud y relax que la misma produce al admirarla con satisfacción y orgullo del deber cumplido.
Reflejos
de Luna”, nocturno para piano en Do menor, nacido en una noche de luna estival
trujillana, ha tenido un proceso de inspiración en los compases que brotan del
encanto de los rayos de luna, que se reflejan en el apacible remanso de las
aguas de la noche canicular extremeña.
Trujillo, cuna de mi musa musical y literaria, me envuelve y anima a la aventura incansable de la creación artística, proporcionándome recursos inagotables para la inspiración y el trabajo ávido y constante.
El Autor