PREFACIO

Visitar la Ciudad de Trujillo significa introducirse en el túnel del tiempo o reabrir el libro de Historia para observar la mezcla de estilos y culturas.

Si nos detenemos en los siglos XVI y XVII, contemplamos como se erigen una serie de Palacios y Casas Nobiliarias que configuran la actual Plaza Mayor.

Estas vetustas edificaciones, ¡tan altaneras! remozan esplendor y proclaman los viajes emprendedores, así como la hidalguía y abolengo de sus familias. Nos descubren sus interioridades e insinúan las confidencias de sus moradores.

Sus piedras transmiten la gloria y transcendencia de sus victorias,  dejando escapar un suave y frágil murmullo con las indiscreciones y juegos amorosos de la época, al son de las melodías y danzas oportunas.    

Podemos imaginar el ajetreado deambular de caballeros, las visitas constantes de las damas y demás personajes de la Corte, acompañados por su inseparable séquito: nobles, capitanes, criados, trovadores... animando y  amenizando las logias, patios interiores y salones engalanados.

No podemos omitir en estos siglos la activa vida monacal dentro de la Ciudad, la variedad de conventos y órdenes religiosas que dieron vida a sus muros, galerías y claustros; ni debemos dejar de mencionar sus místicos lugares de culto y oración.

¡Qué grandes contrastes! ¡Cuánta elegancia y sensibilidad, frente a las rudas y sobrias edificaciones!

Existe un hilo conductor, un comodín que se repite en cada uno de estos pilares de la sociedad, aún en las clases más humildes, y que no puede olvidarse: La Música.

Con esta Obra Musical, quiero rendir un homenaje a este periodo tan importante y significativo en la Historia de la Ciudad.

Que sirva para recordar y conmemorar esta etapa tan vital y fructífera; que represente el agradecimiento a sus gentes e instituciones, pues será fundamental para el devenir y futuro de Trujillo.

                                                          El  Autor